lunes, 7 de septiembre de 2009

Objetivo claro y general

La ética ha sido en la política un terreno pantanoso, es usada comúnmente como medio para desacreditar las acciones e incluso el discurso político del rival. Max Weber se ocupó del tema y distinguió dos tipos de morales una de la responsabilidad y otra de la convicción. "No es que la ética de la convicción sea idéntica a la falta de responsabilidad o a la ética de la responsabilidad a la falta de convicción". La primera es propia de los santos, y la última es un producto del estado moderno y se encuentra basada en objetivo con arreglo a fines.
La secularización del aparato estatal contribuyó a la creación de un estado laico y poseedor de "la violencia legítima". En ese momento la ética de la convicción, basada en creencias y fines toman en la política el centro del tablero.
El reto de los partidos políticos en la actualidad es presentar objetivos políticos claros y realizables y dejar de lado la descalificación; la sociedad mexicana ha evolucionado y en la crítica hay un espacio abierto de discusión, más que nunca son los resultados los avales de la acción política. No son suficientes los discursos y las intenciones, estos últimos son congelados por las cifras de la inacción. "En último término, no hay más que dos pecados mortales en el terreno de la política: la ausencia de finalidades objetivas y la falta de responsabilidad, que frecuentemente, aunque no siempre, coincide con aquella". En política no necesariamente una acción buena podrá llevar a resultados buenos y mucho menos una mala acción tendrá un fin similar, Maquiavelo y Hobbes alumbraron el sendero de la modernidad política, caracterizada por la amoralidad; es decir, la vida política en palabras de Nietzche " más allá del bien y del mal", es necesario abandonar el marketing moralino.
Atreverse en política es encontrarse expuesto a la crítica, enfrentarse al escrutinio público y esto sólo es posible a través de convicciones y objetivos claros.
El gran reto del PRI es presentar sus finalidades objetivas, su nuevo líder tiene la obligación de presentar una plataforma política responsable y coherente para el partido, dejar de lado la retórica y la demagogia; ser abanderado de un nacionalismo acorde al momento actual y generar propuestas económicas concordantes con el nuevo milenio. No es suficiente con remozar su edificio físico, se encuentra obligado a crear una estructura ideológica a fin a un mundo interrelacionado.
El siguiente paso de esta institución política es la de generar una base militante con compromiso y eliminar cualquier resquicio de caudillismo y desterrar el camino de la burocratización.
La fórmula no ganadora debe ser el balance de poder e impedir un liderazgo con tintes redencionistas. El equilibrio de fuerzas y un programa de acción moderno con fines claros son la ecuación de transparencia del PRI moderno, sólo así se superarán dudas y se generará confianza entre los votantes.

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